La ruta del abrazo

La ruta del abrazo es el sueño de mi viaje final. Durante toda mi vida he sido nómada, viviendo aquí y allá, primero porque busco y soy aventurera, segundo porque no tuve más remedio que exiliarme y tercero porque hice de la cooperación y el caminar por el mundo mi vida.
La ruta del abrazo

el sueño de mi viaje final

La ruta del abrazo es el sueño de mi viaje final. Durante toda mi vida he sido nómada, viviendo aquí y allá; primero, porque busco y soy aventurera; segundo porque no tuve más remedio que exiliarme, y tercero, porque hice de la cooperación y el caminar por el mundo mi vida.

Para poder continuar con mis pasiones e ir cerrando mi vida —mis energías no son las mismas— pensé que podría despedirme desarrollando lo que siento que me falta por hacer. Quiero visitar a los amigos que están en tierras lejanas y con los que tantas veces soñé el reencuentro. Anhelo abrazarles y despertarles una sonrisa. Me gustaría sentir de nuevo la inmensidad y la belleza de nuestro planeta y seguir dando, y seguir aprendiendo.

Pretendo, de forma humilde y sencilla, caminar de lugar en lugar al encuentro de la amistad y seguir sembrando amistad. Me gustaría visitar a otras personas enfermas como yo, y ayudarlas a realizar aquel sueño vital pendiente que quisieran desarrollar… En esta vida sin soñar no se vive.

OUR STORY

Actividades

Un viaje que no comienza con un mapa, sino con el primer paso hacia lo desconocido.
Caminar como forma de búsqueda interior y encuentro con el mundo.
¿Te atreves a hacer del andar un acto de transformación?

Lear Mas

Medicina

Una receta mágica contra la tristeza: una pluma, una risa, y un frasco de ternura.
Las cosquillitas no curan el cuerpo, pero despiertan el alma adormecida.
¿Y si el mejor remedio estuviera en una sonrisa inesperada?

Lear Mas

Objetivos

Los sueños no tienen meta, solo camino.
Cada paso dibuja el sentido de una vida con propósito y apertura.
¿Y si el verdadero objetivo fuera simplemente caminar?

Lear Mas

Cuando me anunciaron que tenía cáncer y que me iban a operar de urgencia —a vida o muerte, con una esperanza de vida no superior a cinco años—, me sorprendió, de repente, conocer lo que nunca se sabe. 

Quise despedirme de las dos personas a las que sentía más íntimas: mi hijo y el amigo-amante que me dio la mano una parte del camino. Ninguno de los dos me dio un abrazo. Debieron ver mi enfermedad o mi muerte como una amenaza a sus vidas, porque se convirtieron en hombres de hielo. 

Necesitaba un abrazo y buscaba sus abrazos, pero estos no llegaban. Los amigos se enteraron y me llovieron corazones, besos, ternuras, caricias y abrazos. Abrazos de todos los tipos y tamaños: largos, cortos, blanditos, duros, rosas, marrones, perfumados, apretados, mojosos… Incluso abrazos de lavadora, cuyo meneo a veces me clavaban el catéter, con dolor, en el brazo. 

Y luego, para que no me quedase sin ellos, empezaron a regalarme chales, bufandas, pañuelos, mandiles...De lana, de seda, de algodón, pequeñitos para taparme la calva, y grandes para dar arropo al esquelético cuerpo consumido por la quimioterapia. Me convertí en la coleccionista de abracitos, que es como empecé a nombrar toda tela que me cubría. Los había rosas, azules, verdes, blancos, amarillos, negros… Finos, gruesos, los que dejan pelusa, los de tacto rudo, y los gustosos. Había un pañuelo para cada estado de ánimo. 

Cuando tenía muchos dolores, necesitaba un abracito, o dos o tres, y otras veces sólo quería estar debajo de un abrazo. Mis amistades y sus chales me dieron infinitos abrazos, nunca se acababan. Los abrazos me reconfortaban, me daban empeño, me hacían sentir una sensación agradable de calorcito y ternura que me propiciaban el llanto sin pesar, y el encuentro con mis propias sonrisas y ganas de bailar. 

Cuando veía a mis compañeras de cáncer llorar… porque con el cáncer se llora muy a menudo: el cuerpo te duele, la cabeza te duele, la existencia te duele y te cuestiona. Empecé a darles abrazos a mis compañeras, y a regalarles mis abracitos de tela; y al poco, raro era que no pudiesen sacar una sonrisa de su alma.
Los abrazos son ese acto de cariño que te dice: “no estás sola, estás conmigo, todo irá bien”, y con cariño te acogen y calientan el corazoncito. 

“La ruta del abrazo” es un invento mío para deciros que me echo al camino, que me voy a una vuelta por los cuatro rincones del mundo a abrazar a todos los amigos que estáis lejos y que tanto os echo de menos. Quiero sentiros de nuevo, aunque sólo sea por un instante; vuestro olor, vuestro tacto…, la idiosincrasia de vuestro ser penetrando en el mío en la simbiosis del abrazo. 

Quiero compartiros todos los abrazos recibidos, me gustaría expresaros lo afortunada que me siento de haberos encontrado en mi camino, y agradeceros lo que conmigo compartisteis, todo el amor que he recogido de vosotros a través de estos abrazos. Ahora, si hay algo que me queda por hacer en esta vida es daros ese abrazo pendiente.
Como en esos países lejanos donde vivís seguro tenéis otras amistades, otros compañeros de camino…, os pido que penséis en quién, por su condición —quizás un cáncer como yo, y otra circunstancia difícil— esté necesitado del abrazo especial de un prójimo al que no le debe nada ni del que nada espera. Con gusto seré ese apoyo para confrontar su dificultad. Le aportaré feliz la “medicina” que a mí me recobró. 

Busco crear un peregrinaje de la ternura, la ruta del abrazo, el Ministerio del amor. Ese camino patrimonio viviente de nuestra humanidad que reconoce la belleza y el sentido de todas las vidas y la necesidad mutua de estar en relación y de cuidarnos. 

Así como yo misma tengo el sueño de caminar por los Andes con Viki, respirar la Patagonia con Silvia, tomar té junto al rio Indo con Ekramia…, me gustaría caminar con personas necesitadas, quizás de un abrazo que no llega. A veces los contextos nos hielan. 

Desde esta página web podéis contactarme, mi mochila está llena de abrazos para compartir, yo caminaré un trocito de vuestro camino, para que sintáis la fuerza para echaros a buscar vuestros sueños más profundos, y reivindicar la vida. 

Un abrazoooooooooooo,

¡Únete al camino!

Si te habla la ruta del abrazo y quieres acompañarme en el viaje
¡Únete!

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