“Soñar es un acto de amor. Cuando compartes tu sueño, también compartes tu esperanza.”
— Sara Carmona
Si te dijeran cierra los ojos y sueña, ¿qué soñarías? Si te preguntasen qué sueño te gustaría realizar en esta vida, ¿qué responderías? Y, si te anunciasen que te quedan tres meses de vida, ¿perseguirías un sueño?
No tengo ni idea. Por las mañanas me suelo despertar sin recordar mis sueños, con dificultad para levantarme, y si algo deseo en ese momento, es dormir mansamente, sentir el placer de estar en la cama, revolviéndome entre las sábanas, dándome gusto, sin tiempos, y quizás soñando algo bonito. Hay varios ejercicios de consciencia que facilitan el dormir. Alguna vez los he practicado y me han transportado a un viaje de ensueño.
Cierro los ojos y me pregunto: ¿Tengo algún sueño? ¿Quiero tenerlo? ¿Puedo tenerlo?
5:42, oigo el cantar en eco de los muecines, es celestialmente agradable, igual que mi sueño, y sigo plácidamente en mi profundidad. Me despierto a las 6:30 cuando el cielo es ya intensísimamente azul, estoy en una terraza, en la medina roja de Marrakech. Duermo encima de una manta, con otras tres mujeres, todas semidesnudas, aprovechando el bienestar del fresquito de aquella hora; mis compañeras están relajadas en sugestivas posiciones armónicas y eróticas dentro de sus sueños.
Llegan los ruidos del día que se despierta: carros, voces de vendedores ambulantes y algún quiquiriquí tardío a lo lejos. Entonces me llega el perfume sublime de esa mezcla de frescura dulce del té verde con hierbabuena que Saad, la madre de las mujeres, prepara en la cocina. En silencio, nos servimos un vasito, me embriago de ese olor, …, las otras mujeres van llegando y con ellas el pan, el aceite, las olivas y la miel, …, ¡Qué paraíso! Compartimos el plato, mucha risa y proyectos.
Fátima planea ocuparse de las palmeras, organiza la recolección de dátiles. Mariam está impaciente por empezar la escuela de derecho, y, …, Naira maquina cómo encontrarse con su amor.
Yo les hablo de mi vida de viajera. Hace dos días me quedé dormida en Hebrón. Les cuento que no era mi intención pasar allí la noche, porque en esas tierras durante la oscuridad, los caminos cambian de dirección dificultando increíblemente intuir por dónde sigue el sentido de la vida. Pero me pilló el toque de queda en una casa y ya pasé la noche allí. Con un té negro y una mezcla de frutos secos tostados hablamos hasta la saciedad sobre el valor de las tierras, los olivos sagrados, la dignidad y el olor salado del mar.
Mariam, pensativa, me pregunta si allí vi la justicia, le digo que no lo sé, que fui testigo de la dificultad para algunas personas de sentir la dignidad y de cómo pienso que puede recuperarse con un poquito de encuentro tierno, pues, en medio de tiroteos y batallas, recibí abrazos y me compartieron vida, y les enseño la colección de fotografías que me han regalado para que aunque no podamos escribirnos ni llamarnos, las fotos recuerden su presencia.
Hoy estoy en esta tierra roja, con el té dulce más delicioso del mundo. Me quedaré aquí un tiempo, el necesario para querer tanto este lugar que no me quiera ir, y a la vez para quererlo tanto que sea capaz de llevarlo conmigo, y entonces continuaré caminando. Fátima me propone ir con ella al palmeral y me dice que, si pruebo sus dátiles, no será tan claro para mí irme.
Voy al palmeral, allí encuentro la belleza del mundo, …, intento subir a las palmeras, y no es fácil hasta que después de varios intentos lo consigo. Corto las ramas de dátiles, abrazo esa belleza de árbol, como aquel manjar marroincito sin poder esperar otro té y veo como Naira se encuentra con el amado y se le llenan de mariposas el estómago. Cierto que no es fácil irse, pero es que me fascina tanto lo que habrá más allá, al sur, …
Ahora voy rumbo a la isla de Madagascar. Cruzaré el desierto a lomos de camello con un velo azul, unida a la hospitalidad de una tribu tuareg y junto a ella, las noches calientes dormiremos al raso bajo las estrellas y las frías, junto al té recitaremos poesías de alabanza al amor y a la libertad. Seguro acabaré enamorada cuando llegue al cuerno de África. Lo sé porque siento crecer la belleza y la humanidad de forma tan profunda y próxima que mi cuerpo tiembla emocionado. Y ¿qué haré con el amor?
Sentiré la nostalgia de lo vivido: la correspondencia, la ternura, el cuidado, los proyectos, el contacto de piel y olores, los viajes mentales, el querer estar siempre a su lado, y desear volar. Sentiré también el peso de las tradiciones, de la pertenencia, del deber, del rol de hombre y de mujer, del miedo y del escape. Y ¿qué haremos con el amor?
Desde el puerto de Maputo, mirando atrás y adelante, embarco rumbo al después, se habla del increíble camino de los sabios gigantes baobabs. Sueño con abrazarlos, olerlos, apoyar mi espalda en un tronco y quedarme allí a esperar quien llegue y debatir sobre las decisiones mas importantes que hay que tomar.
¿Podré con el consejo de esos sabios decidir sobre mi nuevo destino? ¿O sobre mi futuro? ¿Podré atravesar la India, la China y llegaré al desierto mongol? ¿Me gustará el té salado y el queso seco? ¿Andaré Rusia y llegaré a Alaska? ¿Podré dormir en un iglú y seré capaz de comer carne de foca?, ¿o de beberme un té de coca y subir al Machu Pichu?
Soy un alma peregrina enamorada de la aventura del camino, curiosa por lo nuevo y lo desconocido y abierta a nuevas experiencias. Sueño con los ojos abiertos en que iré a todas partes, y veré todo y todo. He construido mi sueño mirando un atlas. Algunas tierras las he pisado, otras las he imaginado pisar, y pareciese que las vivo.
Abro los ojos, estoy aquí, pasando las páginas del atlas, los diferentes dibujos de los continentes, y sus coloridos paisajes son fotografías de los recuerdos de mi pasado, de los lugares de mi vida y sueños, de mi búsqueda de la belleza y del aprendizaje. Los ojos abiertos testimonian, los ojos cerrados ratifican el descubrimiento de que todo está en el interior, la fuerza, la sabiduría, el amor, …, siento como sin moverme del sitio puedo volar y navegar y observo un mundo que quiero, una vida que acepto como la mejor, la ideal y maravillosa, y un momento en el que quiero estar y del cual aprendo a despedirme.
¿Cuál es mi sueño? Y ¿qué hago con el amor?
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